CAPÍTULO 8. LOS GUARDIANES DE MARÍA




 


   Junio de 2008

    HOTEL HUERTO DEL CURA 

- Parte III -

ELCHE


Alonso había decidido ir a comer al restaurante, que había junto al hotel Huerto del Cura, “Els Capellans”. Después de una frugal comida, salió con paso decidido en dirección a la puerta que había al otro lado de la calzada.



   El Huerto del Cura es un lugar, ubicado en el corazón del palmeral de Elche, en el que se puede disfrutar de sus casi mil palmeras, así como gran cantidad de especies botánicas, mediterráneas y tropicales, que conforman un entorno de gran belleza.  


    Las primeras noticias que se tienen del huerto del Cura, datan de 1846. Cuando era simplemente un huerto familiar, arrendado a Don Andrés Castaño Peral, quien más tarde lo compra y a su muerte lo heredan sus hijos, quedándose a vivir uno de ellos, que era sacerdote, recibiendo a partir de entonces, la denominación de "Huerto del Capellán". A la muerte de José Castaño, el sacerdote, los terrenos fueron adquiridos en 1919, por Don Juan Orst Miralles, quien realizó numerosas mejoras en el huerto. Ya en esas fechas, el huerto era ampliamente conocido y de obligada visita para todo el que viajaba a Elche, adquiriendo mucha popularidad, tomando el nombre de "Huerto del Cura".

    Alonso paseaba despacio, admirando la colección de palmáceas, que como pudo ir comprobando, procedían de todos los lugares del mundo, fascinado por su singularidad y variedad. Éstas, rodean los estanques, rocallas y paseos que, junto a la espléndida colección de cactáceas, que han sido adaptadas al clima mediterráneo, componían un verdadero panorama.

     Se detuvo ante una extraña palmera. Y sintió su magnificencia. del tronco de la misma salían ocho palmeras. sabía que estaba frente a un símbolo cultural de Elche. La había visto en infinidad de ocasiones, pero siempre había sido en fotografía. Aun cuando había ido en infinidad de ocasiones al Parque Municipal, nunca había estado en el Huerto del Cura. Siempre que pensó en hacerlo, le salió algo, para tener que posponerlo. Sintió algo dentro de él, difícil de explicar, era una mezcla de felicidad y orgullo, que le hacía sentirse más vinculado, sin saber el porqué, a la ciudad. 

     Todo esto le hizo recordar, el porqué del nombre. La Reina Victoria, más conocida por la Emperatriz Sisí, en una visita que realizó a Elche, fue al Huerto y al verla exclamó:

 “Es digna de un Imperio”. 


       Y desde entonces, esta inigualable palmera, pasó a llamarse así:

 PALMERA IMPERIAL

      Se dirigió a la salida, pasando de nuevo por la casa del Cura. Vio el vistoso porche, mantenido en vez de columnas, por troncos de palmera y recordó que allí se había compuesto en una tarde, “AROMAS ILICITANOS”, una habanera que la lleva el ilicitano de pro, grabado en su corazón.

        Un grupo de turistas, que entraban y salían con sus cámaras en ristre, mientras que la casa, que se había convertido en una tienda de souvenirs, la mayoría se afanaba con indecisión, en comprar el recuerdo de última hora.

      Volvía a sentirse bien, deshizo sus pasos para encontrarse rápidamente, en la entrada del hotel. Su cabeza empezaba a pensar más serenamente, en todo lo sucedido. Realmente el paseo le había sentado bien.

             Se dirigió por el sendero a su bungalow. Pensaba en ir a hacerle una visita al abogado Juan Campos, ya que su oficina no quedaba lejos de allí. Así recogería las cosas que le dejó su abuelo y, podría valorar mejor, lo que tenía que hacer.

      Ensimismado en sus pensamientos, metió la mano en su bolsillo sacando la llave. Al ir a introducirla en la cerradura, se dio cuenta que esta había sido forzada. Empujó la puerta con cautela, con la punta de los dedos, haciendo que se abriera despacio, y se enfrentó a un paisaje desolador. Todo estaba revuelto, hasta el colchón lo habían destrozado. Las maletas aparecían en un rincón, tiradas y deshechas. Era como si buscaran algo, y les hubiera dado rabia el no encontrarlo. Entonces, se metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, y tocó la suave piel del bloc de notas de su abuelo. 

 ¿Sería posible?.

Rápidamente buscó el teléfono. Se encontraba tirado, dando como gemido, un sordo e intermitente tono. Lo recogió y marcó el número de recepción. Esperó a que le hablaran y dijo:

- ¿Recepción?

-…

-Le llamo del Bungalow 4. Por favor avise a la policía, creo que alguien ha entrado a robar,  está todo revuelto.

-…

-Sí gracias, estoy bien. -Y colgó.









Fin del Capítulo 8