CAPÍTULO 6. LOS GUARDIANES DE MARÍA


 



Junio de 2008.

HOTEL HUERTO DEL CURA.    

(PARTE II).

ELCHE




Alonso se acomodó en la cama, cogió seguidamente un cigarrillo de la cajetilla que tenía encima de la mesita, y encendiéndolo, le dio una larga y cálida calada. Volvió a mirar el libro con curiosidad, lo cogió, y abriéndolo comenzó a leer:


Soy Bosco Artuán, hombre temeroso de Dios.

       Después de tanto tiempo, puedo confirmar, que he encontrado lo que buscaba, ya que he vivido, una serie de acontecimientos cuanto más asombrosos, todos ellos, destinados a salvaguardar el misterio.

        Un misterio, que no se si llegó a mí, por casualidad, o por los designios del destino. Así que comprendí, que donde cada uno de mis colegas falló, intentándolo y finalmente desistiendo. Yo tuve el don, de ver el camino, y así, poder elaborarlo. Como si de un puzle se tratara, para poder verlo todo, y encajar cada una de sus piezas. 

      Sentí entonces, que era impregnado, por el dogma de la iluminación. Siéndome así, revelado también, que estaba siendo vigilado por incomprensibles fuerzas, que tratarían tanto, unas de avisarme del peligro, como otras, por el contrario, ponerme dolorosas trabas, como así lo hicieron.

       Fue entonces, cuando decidí pasar por una simulada pasividad, que me llevó a conocer el inmenso dolor de la traición. Para poder asimilarlo todo, me incliné por hacer desaparecer, ese incógnito dolor, buscando la paz, en el cobijo de las palmeras del Parque Municipal.

       Como recordarás, fueron junto a ti, a las que contaba esas fábulas, que en mi corazón crecían, y que no era más que, preguntas escondidas, que yo me hacía sobre el misterio, por supuesto encubiertas.

       Ellas y tú, en agradecimiento, me devolvían respuestas, con la sabiduría del tiempo, por una parte, y la inocencia de la juventud, por otra, sobre lo que yo os había contado. Pero continuaba, solo con mi dolor. Es por eso, que al final decidí contarlas en público, ya que quería obtener respuestas, escuchadas en voz alta. Y obtuve más de lo que hubiera imaginado.

           Alonso, ¿si supieras qué hasta tú? cuando más perdido me encontraba, con esas preguntas de tu inocencia infantil, reflejadas en tu cara, me han ayudado. 

          Porque quiero que lo sepas. 

Lo que hacía este vulgar cuenta cuentos era

 CONTINUAR CON SU LABOR


         Una labor, que le había sido encomendada, por Altísimas Fuerzas difíciles de comprender, aún para mí. Cuando hayas leído esto, querido Alonso, será porque yo ya no estaré.

         Pero quiero que recuerdes, cada una de las historias que este viejo contó, protegido por las sombras de las palmeras, mientras un chiquillo, las escuchaba lleno de fascinación. ya que junto esta vieja libreta, te ayudará a revelar a ti también, lo que yo descubrí.

      Siento tener que pedirte de esta manera, que continúes con mi labor. pero pronto te darás cuenta, de cuán importante es.

      Te pido perdón, si ahora no lo comprendes. pero sé que, en algún momento, lo entenderás.


Un abrazo de tu abuelo, que siempre estará contigo.

 No lo dudes. 



Posdata.:   Lleva cuidado, observa, y no te fíes de nadie. Ya que intentarán confundirte. Y, sobre todo, prepárate para la traición.



 

Alonso cerró la agenda, perplejo. El cigarro, se le había consumido en el cenicero. Leyendo el escrito de su abuelo, se había olvidado completamente de él.

        ¿A qué misterio se refería su abuelo? ¿Qué tuvo durante toda su vida guardado en mente?, para que ese secreto lo convirtiera en una persona huraña, y a la vez, solitaria al final de sus días.

     Cerró los ojos y pensó en las historias de su abuelo, recordaba las tórridas tardes de verano. que guarecidos entre las palmeras. recogían el frescor que emanaban. junto a la hierba fresca recién cortada, y allí sentados, su abuelo contaba sus historias. Recordó también, lo orgulloso que estaba, al ver que tanto conocidos como extraños, felicitaban a su abuelo que encantado, contestaba a todas, y cada una de las preguntas que le hacían. Vio también a su abuelo, de regreso a casa eufórico, como si fuera un hombre nuevo y feliz.  Abrió de nuevo los ojos, sin dejar de pensar en ello.

     ¿No sería otra intriga más de su abuelo?. Su último cuento de misterio, para querer hacerlo a él de protagonista, con el único propósito de encontrar la paz, que su abuelo tanto anhelaba.

  Cerró el cuaderno y lo dejó sobre la cama, dirigiéndose a una de sus maletas. Sacó ropa de una de ellas, y se vistió. Empezaba a sentir un hormigueo en el estómago, tenía hambre. Se puso una chaqueta de lino blanco, y hecho un último vistazo a la habitación, deteniendo su mirada en el cuaderno que estaba encima de la cama. 

      Lo cogió y se lo introdujo en el bolsillo interior de la chaqueta, y salió del bungalow.









FIN DEL CAPÍTULO 6