Entre Palmas y Paseos: Explorando la Belleza Infinita de sus Palmeras


 






Descubre un emocionante viaje a lo largo de la hermosa costa mediterránea del Levante español, donde la historia y la naturaleza se fusionan en el asombroso Palmeral de Elche. Este oasis, un testimonio único de la influencia islámica en la península ibérica, ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2000.


El Palmeral de Elche, un ejemplo excepcional de las antiguas técnicas agrícolas árabes en Europa, se alza como un paisaje que ha perdurado a lo largo de los siglos VIII y IX d.c., cuando gran parte de la Península Ibérica estaba bajo el dominio musulmán. Este monumento histórico no solo representa la habilidad técnica de la agricultura, sino también la historia, la cultura y la sostenibilidad de Elche, que ha protegido y conservado este legado durante más de mil años.



En esta exploración singular, cada rincón del Palmeral de Elche narra una historia de adaptación humana, bailando entre las sombras de las exuberantes palmeras que lo definen. Desde sus sistemas de riego complejos hasta la forma única de las palmeras, el entorno se convierte en un relato vivo de la influencia árabe en la región. 


No te puedes perder la increíble "Ruta de las Palmeras Singulares de Elche", un recorrido que te permite descubrir 18 palmeras destacadas por su historia, forma o belleza natural, entre las más de doscientas mil que adornan la ciudad. Tanto si prefieres caminar, andar en bicicleta o disfrutar del pintoresco tren turístico, esta ruta te brinda una oportunidad única para sumergirte en la cultura y tradición del palmeral. 


Imagínate caminando entre estos monumentos vivos, siendo cautivado por la historia que cuentan las palmeras únicas. Cada imagen es un capítulo de una historia que abraza la esencia de Elche, un lugar donde la naturaleza, la historia y la arquitectura se combinan para brindar una experiencia única. 


El Palmeral de Elche es un lugar que invita a los visitantes a descubrir tanto su pasado como a sumergirse en su vibrante presente. La ciudad ha logrado preservar su herencia árabe, convirtiendo esta región en un testimonio vivo de la coexistencia de culturas a lo largo de la historia. 


Ven y prepárate para vivir una experiencia que despertará tu curiosidad y te llenará de ganas de descubrir los misterios que esconde el Palmeral de Elche. En este viaje, el tiempo se desvanecerá y te verás atrapado entre las raíces de la historia y la grandeza de las palmeras que custodian sus secretos. No te pierdas esta oportunidad de sumergirte en un viaje único a través del tiempo y la cultura en la hermosa costa mediterránea del levante español.


¡Te esperamos con los brazos abiertos!


Resguardo de la Costa: La Respuesta a los Asaltos Piratas en el Siglo XVI







Desde la época romana, siendo emperador Julio César, se conoce la existencia de los piratas berberiscos en el mar mediterráneo. Estos procedían del norte de África y su única misión era la de abordar buques y saquear los pueblos costeros.

La historia de las torres vigías ilicitanas es fascinante, ya que se remonta a la llegada de un barco berberisco liderado por Salah Rais en el año 1552. Este barco arribó a la costa ilicitana cerca de la playa del Pinet, y debido a la falta de vigilancia por parte de los guardias, los contrabandistas pudieron cruzar la albufera durante la noche y evitar los controles impuestos por el marqués de Elche. Desembarcaron rápidamente y se adentraron en la villa ilicitana. A pesar de intentar asaltarla, pero no consiguiéndolo. Pero, aun así, lograron capturar un importante botín en bienes y personas. Este suceso fue el que motivó la construcción de las torres, como medida de defensa ante futuros ataques.

Resulta fascinante observar cómo la historia de un lugar, puede estar estrechamente vinculada a su arquitectura y a los acontecimientos que tuvieron lugar en él. Las torres vigías ilicitanas son un claro ejemplo de esto, y es fundamental conocer su origen para comprender su valor histórico y cultural.

La creación del Resguardo de la Costa, fue una respuesta por parte de las autoridades y las clases altas, ante los ataques de piratas en las costas de la huerta ilicitana, en 1550. Esta institución se encargó de establecer una red de alerta y prevención, para proteger los enclaves costeros y los recintos urbanos de futuros ataques. Como el del pirata Dragut, quien trabajaba para los turcos, y asolaba las costas donde las defensas eran más débiles.

Estas torres estaban dispuestas en una línea desde la costa hasta la ciudad, de modo que siempre se podían ver otras dos torres, desde una de ellas. En caso de un ataque, se encenderían para avisar a la torre más cercana y así, sucesivamente hasta que el mensaje llegara a la ciudad de Elche.

La responsabilidad de su custodia recaía en cuatro atajadores: dos a pie, encargados de realizar una vigilancia constante, y dos a caballo, encargados de controlar el trayecto entre dos torres, como la comunicación y la solicitud de ayuda. Tanto la Torre d'escaletes como la Atalayola (actual Faro) contaban con guardias a pie, pero no a caballo, por lo que la función de enlace era realizada por los dos atajadores del castillo.

Las Torres Vigía fueron erigidas durante el reinado de Felipe II.

Debido a estas razones, las autoridades tomaron la decisión de proteger la costa de Elche y su área urbana, así como su huerta, mediante la construcción de un sistema defensivo para estar preparados ante los ataques de los moriscos. Se erigieron una serie de torres de defensa con el objetivo de detener los ataques de los piratas. Se estableció un sistema a lo largo de la huerta y la costa de Elche con varias torres de vigilancia, entre las cuales destacaron Ressemblanc, Vaíllos, Palombar, Carrús, Asprillas, Estaña y Gaitán. Estas torres se unieron a las costeras de Tamarit, Pinet, d'Escaletes, Talayola y la del Altet, formando así el sistema defensivo adyacente a la ciudad de Elche y a la fortaleza de Santa Pola. 

Todo esto fue posible gracias al experto ingeniero italiano, Giovanni Baptista Antonelli, en el año 1.562.


La Travesía (La Virgen de Loreto de Santa Pola)


         Oración a la Virgen de Loreto  (Pulsa en la imagen)


    En las crónicas de Santa Pola se esconde un relato que despierta las fibras más profundas del misterio y la fe. En los tumultuosos días de 1643, cuando la ira de una revuelta morisca desgarró el Puerto de Santa María, en Cádiz. Una devota, María Guadalupe, custodiaba una imagen venerada de la Virgen de Loreto, una reliquia que se creía bendita por el mismísimo cielo.

    En un acto de valentía y desesperación, María Guadalupe confió el destino de la sagrada estatua a un humilde pescador, dándosela envuelta en los tejidos más finos que pudo hallar. La encomienda era clara: asegurarse de que la Virgen encontrara su camino hacia un refugio seguro, el primer puerto, que se cruzara en su camino incierto.

    Sin embargo, lo que siguió fue una danza caótica entre la voluntad de los hombres y la impredecible furia del mar. El pescador, seducido por la belleza inefable de la estatua, se encontró luchando con sus propios deseos. Anhelaba aferrarse a la imagen divina, llevarla consigo a Villajoyosa, su tierra natal, pero una serie de eventos sobrenaturales y tormentas inquietantes parecían insistir en un destino diferente.

    En un momento de claridad, el pescador finalmente capituló, ante la voluntad de un poder superior. Depositó la imagen en la desolada Capilla del Baluarte del Rey en Santa Pola, un santuario modesto que, con el tiempo, se convertiría en el epicentro de una devoción inquebrantable.


    Desde entonces, la Capilla de la Virgen de Loreto se erige como un faro de esperanza y protección, acogiendo a los devotos y a los corazones necesitados de consuelo. La historia de la travesía de la Virgen, impregnada de misterio y sacrificio, se convierte en un recordatorio eterno de la fe que trasciende los límites de la comprensión humana y despierta la conciencia de la presencia trascendental en los rincones más oscuros de la existencia.


Alonso Artuán



 



Alonso Artuán




Es un hombre de aspecto maduro. Su edad es indefinida a causa de su prematura canosidad.

Su carácter, hace que no soporte la mentira, y se forjó bajo la influencia de su abuelo Bosco, hombre que lo crio desde que sus padres murieron en un accidente, cuando él era niño.

Alonso siempre admiró a su abuelo y siguió sus pasos en el estudio de los escritos antiguos, llegando a ser un experto en el campo de la paleografía. 

Se trasladó a Barcelona para trabajar en el Asociación Española de Paleografía y Diplomática en Barcelona, donde se ganó el respeto de sus colegas.

Su vida era tranquila y rutinaria, hasta que, donde se ganó el respeto de sus colegas. 

Su vida era tranquila y rutinaria, hasta que, al regresar a su ciudad natal, Elche, de vacaciones, Alonso se encontró con la sorpresa, de que su abuelo estaba gravemente enfermo, falleciendo al poco de llevarlo al hospital. 

Es así, como supo que su abuelo le había dejado una extraña herencia: una serie de pistas que lo conducirán a descubrir un secreto familiar oculto durante décadas.















¡Descubre la historia de la Torre del Cap de L´Aljub y su papel en la defensa contra los piratas berberiscos!


 





La Torre del Cap de L´Aljub es una torre-vigía de costa de época islámica construida en el año 1337, y se le concedió licencia al concejo de Elche para construirla. La torre originaria se encontraba muy cerca del aljibe que se halla en el patio de armas de la fortaleza, y se construyó antes que la propia torre, dando así nombre a la misma: Torre del Cabo del Aljibe (en valenciano, Torre del Cap de L´Aljub). En el año 1406, el rey Pedro donó la torre a D. Pedro Esteban, vecino de Elche.


Originalmente, entre la construcción de las numerosas torres-vigía de costa de época islámica, una de ellas, se situó en lo que hoy es el llamado Baluarte del Rey del propio castillo. Esta torre fue llamada Torre del Cap de l´Aljub, de fábrica almohade, al igual que otras de la comarca del Camp de Elx y la propia costa, y que iremos presentando en el futuro. Entre las de costa cabe citar la Torre de Tamarit, la Torre de Escaleta, la Torre del Carabasí y la Torre Talayola.


La Torre del Cap de L´Aljub de Elche fue construido originalmente como una torre-vigía de costa de época islámica en el año 1337. Durante los siglos XV y XVI, este baluarte sirvió como defensa contra los piratas y corsarios que desembarcaban en las playas cercanas y atacaban los enclaves que rodeaban la torre. La torre estaba guardada por un alcaide y tres soldados a lo sumo. Los piratas berberiscos capturaban buques y sometían al pillaje a la costa, apoderándose de objetos, alimentos y esclavos. Esta actividad última supuso una grave tensión entre los habitantes ya que uno de sus mayores temores era caer cautivo de los piratas y acabar en la plaza de Argel en el norte de África, cuartel general de los corsarios y berberiscos.


La construcción del castillo-fortaleza dio pie al actual Castillo de Santa Pola. Con su construcción, la función defensiva tomó un nuevo auge ya que la artillería garantizaba su funcionamiento como puerto mercantil, pesquero y militar al mismo tiempo. Veinte años más tarde, Felipe II mandó reforzar la fortificación a instancias del virrey de Valencia, Vespasiano González. Esto se produjo en el año 1578.


En 1784, el castillo-fortaleza pasó a la corona y en esta conmemoración se colocó sobre la puerta el escudo que porta las armas reales de la Casa de Borbón. Años después, en 1806, el recinto comienza un estado paulatino de abandono y en 1855 se da orden de demolición de la fortaleza. Sin embargo, el pueblo de Santa Pola solicitó al rey su cesión en interés de convertirlo en iglesia parroquial y acoger la Aduana de la ciudad. Esta cesión fue efectiva el 13 de septiembre de 1859. La corporación realizó poco a poco su reconstrucción y remozamiento, habiendo sido convertido en dependencias consistoriales y acogido en su interior el actual Museo del Mar.



El Cementerio Viejo de Elche


 

En 1807 el corregidor de Xixona ordenó a los pueblos de su jurisdicción, entre los que se encontraba Elche, que ejecutaran de forma inmediata la Real Cédula de 3 de abril de 1787 que prohibía los enterramientos dentro de las iglesias, y mandaba se construyesen cementerios alejados de las ciudades.  Así empieza el expediente originado para el levantamiento del camposanto ilicitano, donde se recogen todas las incidencias y problemas que surgieron, y que conserva el plano firmado por el agrimensor Juan Bautista Laiglesia.

El plano se titula "Plano, corte y fachada del cementerio" y representa la planta del cementerio, la fachada principal y el corte de la capilla.

El diseño se basa en el modelo del cementerio de San Idelfonso, el primer cementerio extramuros construido en España. 

El plano es de planta rectangular para adaptarse a la parcela disponible.

En el centro de la fachada principal se encuentra la capilla, con la sacristía a su izquierda y una casa para un religioso a su derecha. 

Dos puertas permiten la entrada de carros funerarios, y en el extremo izquierdo de la fachada se proyecta una casa para el sepulturero, con un alfolí para almacenar cal. 

Desde la sacristía, un camino con cipreses conduce al muro trasero del cementerio, donde se encuentran nichos, panteones y dos osarios en los extremos. 

Cada orden religiosa en la ciudad tiene su propio panteón, además de uno para capellanes y otro en el centro destinado a los miembros del ayuntamiento del año en curso, con su propio altar. 

Delante de los panteones, se disponen sepulturas para personas distinguidas que deseen ser enterradas allí o comprarlas para su familia. 

El terreno central del cementerio se reserva para enterramientos al aire libre. 

Se instala un vía crucis adosado a los muros exteriores del cementerio. 


El terreno elegido para ubicar el cementerio era: 

Una parcela en el Llano para el cementerio, ubicada en la "tijera" (zanja o cortadura que se hace en las tierras húmedas para desaguarlas) que se encuentra en la terminación de la Alameda llamada del Rey. 

Inicialmente, los médicos encargados de evaluar la idoneidad de la parcela consideraron que el terreno era pedregoso y poco apropiado para el análisis y desecación de los cadáveres. También preocupaba la dirección del viento, que podría llevar los olores hacia el pueblo cercano. 

Además, en este lugar, las aguas pluviales fluían hacia el cuartel de caballería, las cisternas y el aljibe del marqués de Carrús. 

En lugar de esta parcela, los médicos propusieron un bancal entre la acequia de Marchena y el camino de los Aljibes. Este lugar estaba bien ventilado, a una distancia adecuada del pueblo y conectado por un camino llano. La tierra allí era considerada "amorosa y dócil" para excavaciones y adecuada para la separación y desecación de cadáveres. 

Sin embargo, posteriormente, los médicos José Álamo y Diego Navarro cambiaron de opinión en otro informe y consideraron que la parcela originalmente propuesta reunía mejores condiciones para el cementerio. 

A pesar de que la junta ya había elegido el segundo terreno propuesto para el cementerio, la falta de fondos, la crisis económica y la Guerra de Independencia detuvieron el proyecto hasta 1811. 

En 1811, una epidemia de fiebre amarilla azotó la ciudad, lo que obligó a enterrar a numerosos fallecidos en una fosa común fuera de la población, en el primer terreno originalmente elegido, el bancal de la Olivera en el Llano. Es por ello que la Junta Sanitaria decidió prohibir los enterramientos en el interior de la ciudad. De este modo se trasladaron los cadáveres a unas zanjas a modo de fosa común en unos terrenos que se encontraban en la salida de la ciudad en dirección a Crevillente. 

El cementerio Viejo que data de 1811 y se construyó ante la prohibición de los enterramientos en el interior de las iglesias y la orden de construir “cementerios ventilados extramuros” para evitar daños a la salud pública. Como resultado, el proyecto original no se llevó a cabo en ese momento, y el cementerio no tuvo un muro que lo protegiera hasta 1814. 

El cementerio se inauguró en 1811, coincidiendo con la mayor epidemia que afectó a la ciudad, la fiebre amarilla, que resultó en la muerte de aproximadamente 11.000 personas, lo que representó el 40% de la población de Elche. La epidemia comenzó cuando soldados del Regimiento de Catalanes, provenientes de Cartagena, llegaron a la ciudad, donde ya se había declarado la enfermedad. Es por ello que la Junta Sanitaria decidió prohibir los enterramientos en el interior de la ciudad. De este modo se trasladaron los cadáveres a unas zanjas a modo de fosa común en unos terrenos que se encontraban en la salida de la ciudad en dirección a Crevillente. 

A lo largo del siglo XIX, el cementerio viejo de Elche se expandió y se embelleció con la construcción de panteones y nichos, adquiriendo la configuración que tiene en la actualidad. 

Desde octubre de 2010, el Cementerio Viejo forma parte de la Ruta Europea de Cementerios, una red que conecta camposantos en toda Europa mediante rutas culturales, revelando la diversidad cultural del continente y promoviendo la preservación de este patrimonio. 

Los cementerios son considerados una parte esencial del patrimonio cultural europeo, reflejando la identidad cultural y religiosa de sus regiones. La Ruta Europea de Cementerios incluye 53 camposantos en 39 ciudades y 18 países europeos y sigue creciendo con la incorporación de nuevos miembros de la Asociación de Cementerios Significativos de Europa (ASCE). 


En resumen, el Cementerio Viejo de Elche, ubicado en la "tijera" en la terminación de la Alameda del Rey, en el Llano, es un monumento conmemorativo de la epidemia de fiebre amarilla de 1811 y una parte integral de la historia y la identidad. culturales de la ciudad. Además, está conectado a una red europea que promueve la preservación y divulgación del rico patrimonio funerario de Europa.

































Unas campanas llamadas Vicentet y Miquel (Torre de Calendura)

 



 

Hasta el siglo XVI los habitantes de Elche solo podían conocer la hora en que vivían por el toque a mano que se hacía en las campanas de la Ermita de San Jaime (ya desaparecida). Para ello, las personas encargadas de este trabajo se guiaban por un reloj de arena.

Un 25 de noviembre de 1571 fue cuando el Consell General ordenó la construcción de un reloj que se colocó en las murallas sobre la Torre Vetlla, cerca del edificio del Consell.

Allí entonces había un viejo reloj, el cual también disponía de un calendario. Este reloj fue acompañado de dos campanas.

A la de las horas por tanto, a la más grande se le puso el nombre de Vicentet y a la de los cuartos, la más pequeña Miquel. Las dos eran golpeadas por mazas accionadas por el mecanismo del reloj.

Las campanas fueron bendecidas en la Ermita de San Jaime, por Mosén Gregorio Esclapez, cura de Santa María, el 15 de enero de 1573.

En el año 1759 se le añadieron dos muñecos que, desde aquel momento, fueron los encargados de golpear cada uno su campana. Dichos muñecos adquirieron el estilo de los jacquemarts franceses, que representan un personaje tallado en madera o metal y que indica las horas golpeando una campana con un martillo.

Al principio, los ilicitanos bautizaron a los dos muñecos con los nombres de Miquel y Vicentet, que derivaban del nombre de las campanas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para cambiar la denominación de sendos muñecos, pasando a llamarse Calendura y Calendureta, el cual estuvo influido por el calendario que se encontraba en el reloj. Así pues, Calendura golpea la campana grande y Calendureta, la pequeña.

'Calendura es un recio hombretón pintado de vivos colores, que va cubierto con sombrero y viste jubón con zaragüelles, luciendo un hermoso mostacho que le da cierta apariencia picarsta, mientras que Calendureta ofrece el mismo aspecto, pero es como si fuese su hermano pequeño. El primero, según opiniones, ofrece la pinta de un soldado y el segundo la de alguacil. Los dos sostienen en sus manos las respectivas mazas con las que golpean a las campanas Vicente y Miquel.'

En 1879 el Ayuntamiento quiso suprimirlos, pero un auténtico movimiento vecinal lo impidió. Ello no hizo más que aumentar el cariño del pueblo por estos dos personajes, cuyos nombres aparecen en numerosas canciones y dichos populares.

 Necesitan el mantenimiento de relojeros, pues como se ha dicho, la maquinaria del reloj es manual, siendo una de los pocas que quedan en España y la Comunidad Valenciana de estas características.


Descubre a 'Los Guardianes de María'










En este episodio, te presentamos a un emocionante viaje hacia la trama inspiradora detrás de Los Guardianes de María.

Descubre cómo esta historia de autodescubrimiento, transformación personal y crecimiento espiritual puede ayudarte a superar  tus miedos y creencias conectándote con tu ser más profundo. 

Explora la trama y los mensajes detrás de Los Guardianes de María que te llevarán a reflexionar sobre tu propia vida.

A través de esta historia, encontrarás herramientas y enseñanzas valiosas para ayudarte a alcanzar la felicidad, la paz y la plenitud en tu vida.

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LOS GUARDIANES DE MARÍA-INTRODUCCIÓN




SOY NACIDO EN ELCHE,






  POR LO TANTO SOY ILICITANO


 





En el umbral de un tiempo remoto, Elche se yergue como un templo de memorias, ondeando en sus calles y callejuelas las huellas de incontables civilizaciones olvidadas. Su identidad, tejida con hilos ancestrales, pervive como un enigma que se va desgranando poco a poco. Y como Ciudad bimilenaria, acuna en sus entrañas la verdad silente de antiguos mitos y leyendas que se desvanecen entre luces y sombras.

Es en sus festivales centenarios, donde la historia cobra vida, danzando con los ecos de los pobladores, los moros y los cristianos, cada uno portador de secretos enterrados bajo el peso de los siglos. El pasado se desvela en enigmáticas danzas, pero ¿Cuántos misterios guardan las máscaras tras los ojos que las miran?

Mas el aura de enigma que inunda Elche no alcanza su punto culminante, hasta encontrarse frente a la dulce figura de la Virgen de la Asunción, cuyo origen se pierde en los velos del tiempo. La leyenda de su llegada en un arca hallada en la playa desafía la lógica, y la envuelve en un halo de misticismo que cautiva a los corazones de los ilicitanos.

 ¿De dónde emerge esta figura venerada, qué propósito secreto oculta su presencia en estas tierras milenarias?

Interrogantes que flotan en el aire, como hojas al viento, sin que nadie ose perturbar el misterio sagrado que envuelve a la Virgen. A través de los siglos, el velo de la fe ha ocultado los enigmas, y la ciencia, apresada en sus cadenas terrenales, se ha visto impotente ante la magnitud de lo inexplicable.

El fluir del tiempo, sin embargo, no ha menguado la pasión inextinguible del autor, quien desde temprana edad se ha visto abrazado por la curiosidad incesante, una brújula interna que lo guía en su búsqueda de respuestas. A través de las páginas de su novela que arde con la llama del misterio, y se dispone a desvelar los secretos enterrados en el polvo de los siglos.

¿Por qué la ‘Señora’ eligió Elche como morada? ¿Qué destinos y designios insondables convergieron en aquel hallazgo enigmático en las costas de la ciudad?

Estas interrogantes se entrelazan como hilos de un tejido ancestral, desafiando al mismo tiempo.

Un enigma ancestral, un laberinto de preguntas sin respuesta, es lo que guarda tras la bruma de esta ciudad bimilenaria. Elche se yergue como un rompecabezas eterno, cuyas piezas perdidas, ocultas entre los recovecos del pasado, aguardan pacientemente ser halladas.

 

Así el autor nos invita a embarcarnos en un viaje en busca de los secretos sepultados en los anales del tiempo, una odisea literaria para desentrañar el enigma que yace latente en el corazón de esta tierra sagrada.

 ¿Acaso seremos capaces de hallar respuestas que sacien nuestra sed de conocimiento, o nos perderemos en la inmensidad de un enigma sin fin?

 El velo de lo desconocido se alza ante nosotros, y en la escritura se forja la llave para desentrañar los misterios que, hasta ahora, se esconden en las sombras de la eternidad.

 

Empecemos...

"El enigma del arca misteriosa "
















En este fascinante relato ambientado en la Edad Media, nos transportamos a una oscura madrugada del año 1370. Un jinete misterioso cabalga por una playa agitada, donde las olas braman y la Luna pálida ilumina la costa con su tenue luz, creando figuras fantasmales en la arena. El protagonista, un hábil jinete, se encuentra con una enigmática arca en la orilla.

El arca presenta símbolos desconocidos y una inscripción que menciona al rey Enrique II de España. Intrigado por su contenido, el jinete lucha por abrir el arca, revelando su sorpresa ante lo que encuentra en su interior. Sin perder tiempo, decide ir hacia la ciudad de Illice para dar cuenta del hallazgo, sin darse cuenta de que alguien lo observa desde la penumbra.

En esta emocionante historia, se mezclan elementos de misterio, intriga y un toque de historia medieval. El lector se encuentra sumergido en la búsqueda de respuestas junto al protagonista, mientras intenta descubrir qué secretos oculta la enigmática arca.

¡No te pierdas este relato lleno de suspenso y misterio, donde el pasado se entrelaza con el presente en una emocionante travesía por la costa mediterránea! Prepárate para un viaje en el tiempo y sumérgete en los enigmas que se esconden en las sombras de la historia.





HISTORIA DE LA PLAYA DEL TAMARIT






FRANCES CANTÓ Y LA PLAYA DE LAS AZUCENAS











En la brumosa costa de Tamarit, donde las olas susurran secretos ancestrales, se alza un mito con tintes históricos y religiosos, capaz de encender la llama de la devoción en los corazones de los ilicitanos. Cuenta la leyenda que Francesc Cantó, un valeroso guardacostas, vislumbró la aparición celestial de la Virgen de la Asunción emergiendo desde la lejana dirección de Elche. Así fue como la playa de Tamarit se convirtió en territorio ilicitano, pues la patrona de Elche es precisamente esa Virgen celestial.

 

Anualmente, con la llegada del 28 y 29 de diciembre, los ilicitanos se reúnen para rememorar tan sagrado acontecimiento. Al alba del día 28, en la playa de Tamarit, se escenifica con gran solemnidad el hallazgo del arca portadora de la imagen, seguido por una emotiva Eucaristía en ese mismo lugar. La romería hacia Elche comienza, escoltando a la imagen de la Virgen en una carreta tirada por bueyes hasta llegar a la ciudad.

 

A las tres de la tarde, un momento inolvidable se materializa ante los ojos de los presentes: Francisco Cantó llega cabalgando su corcel, con la noticia del hallazgo para las autoridades. Tras la lectura del bando, la romería prosigue desde el antiguo Concejo hasta el Hort de les Portes Encarnaes. Todos los personajes se visten con ropajes propios del siglo XIV: el vocero anunciador del bando, Francesc Cantó, niños vestidos de heraldos portando estandartes y marineros, gigantes y cabezudos, y al son de dulzaina y tamboril. Las comisiones de fiestas de cada barrio se unen a la festividad portando palmas blancas y acompañando a la patrona hasta la Basílica de Santa María, donde es recibida con una calurosa bienvenida.

 

Al amanecer del día siguiente, el 29 de diciembre, se celebra la Festividad de la Venida de la Virgen a Elche. La Procesión Solemne se despliega majestuosamente, con la participación de todos los personajes de la época. La característica más emotiva y tierna es cómo la imagen de la Virgen de la Asunción se lleva en su trono, arropada por niños y niñas vestidos como angelitos.

 

Desde 1865, la Sociedad Venida de la Virgen se ha erigido como la entidad responsable de organizar las Fiestas de la Venida de la Virgen a Elche, que con devoción y júbilo se celebran anualmente del 26 al 30 de diciembre.

 

Así, entre brumas y leyendas, la costa de Tamarit se convierte en un lugar sagrado de encuentro, donde la fe y la tradición se funden en un tributo mágico a la Virgen de la Asunción.

 

DESCUBRE EL PODER DE LOS GUARDIANES PARA TRANSFORMAR TU VIDA.

 






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LOS GUARDIANES DE MARÍA. EL PRINCIPIO





 







Tras la muerte de su abuelo Bosco, Alonso Artuán se verá envuelto en una serie de acontecimientos sorprendentes para él. No quedándole más remedio que seguir las directrices de su abuelo para obtener su herencia.

 

Alonso se adentrará en una absorbente historia, la cual lo llevará a resolver su secreto. 

Un secreto que ha estado guardado en su ciudad, Elche, durante seiscientos años...